viernes, 18 de mayo de 2018



Sacramento de la Unción de los Enfermos

Es el sacramento que consiste en la unción con óleo sagrado a las personas que han visto afectada su salud. La unción puede ser administrada también a todos los mayores de aproximadamente 65 años, aunque no padezcan ninguna enfermedad grave.

Como los demás sacramentos, fue instituido por Jesucristo aunque no consta un momento preciso en el que lo hubiese delegado. El texto de la carta de Santiago nos sitúa en el contexto de la función y efectos del sacramento:

"¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados" (St 5, 14-15).

Los fieles pueden recibir este sacramento varias veces en vida. Hasta el Concilio Vaticano II (1962-5), al sacramento se lo conocía con el nombre de “extremaunción”, pues la costumbre era sólo administrarlo “in extremis”, es decir, ante la inminencia de la muerte. Ahora, mucho mejor situado, responde a la necesidad de poder asistir o pedir por la salud de los enfermos para que el Espíritu Santo los acompañe y reconforte.

El rito, para el cual se utiliza óleo bendecido cada año en la Misa crismal del Jueves Santo, consiste en hacer tres veces la señal de la cruz en la frente y en cada una de las manos del enfermo. Mientras lo unge, el sacerdote repite estas palabras:

“Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén.”

Jesucristo ante el sufrimiento y la enfermedad

Son frecuentes e importantes los encuentros de Jesús con los enfermos, recogidos en la Sagrada Escritura. Las curaciones revelan a Dios como aquel que se interesa por el hombre en su indigencia y en su necesidad de salvación. La curación corporal es signo y anuncio de la salvación integral del hombre. Jesús une expresamente el perdón de los pecados con la curación corporal. Para Jesús, el mal del hombre consiste radicalmente en el pecado, en el apartamiento de Dios y en la pérdida de la comunión con Él; y la salvación que trae y predica estriba primariamente en el perdón otorgado por la misericordia divina y en el restablecimiento de la comunión con Dios. La salvación ofrecida en Cristo alcanza a su cuerpo y a su espíritu. Jesús no consuela a los enfermos con un más allá mejor, sino que ofrece aquí y ahora signos visibles de salvación futura. La salud que les devuelve es algo provisional que no exime de la mortalidad (Hch 2,38-39).

Los apóstoles y discípulos ante las enfermedades

En la misión de sus discípulos unió la potestad de curar enfermos con el encargo de predicar el evangelio. (Mt 10, 1.7 s.; Lc 9, 2; Mc 2, 14; 16, 17). Jesús enumera la "visita de enfermos" entre las obras de amor al prójimo que deciden el destino eterno del hombre, y llega hasta el extremo de identificarse con el enfermo. Y los milagros operados en la predicación apostólica tienen el mismo significado que los de Jesús, pues en su nombre curan: llevan consigo la salud de todo el hombre, y evidencian que el Reino de Dios se ha hecho presente (Mc 16, 17-20; Hch 3, 6 ss.; 4, 10.30; 5, 15 s.; 8, 7; 9, 12.17.34; 14, 10; 19, 12; 28, 8s).

Efectos del sacramento de la Unción

• Un don particular del Espíritu Santo. La primera gracia es de consuelo, paz y ánimo para vencer las dificultades propias de la enfermedad o para acoger la fragilidad de la vejez. Es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, como el desaliento y la desesperación.

• El perdón de los pecados. Se requiere además el arrepentimiento y confesión de la persona que recibe el sacramento.

• La unión a la Pasión de Cristo. Se recibe la fuerza y el don para unirse con Cristo en su Pasión y alcanzar los frutos redentores del Salvador.

• Una gracia eclesial. Los enfermos que reciben este sacramento, uniéndose libremente a la Pasión y Muerte de Jesús, contribuyen al bien del Pueblo de Dios y a su santificación.

• Una preparación para el paso a la vida eterna. Este sacramento acaba por conformarnos con la muerte y resurrección de Cristo como el bautismo había comenzado a hacerlo. La Unción del Bautismo sella en nosotros la vida nueva, la de la Confirmación nos fortalece para el combate de la vida. Esta última unción, ofrece un escudo para defenderse de los últimos combates y entrar en la Casa del Padre. Se ofrece a los que están próximos a morir, junto con la Eucaristía como un "viático" para el último viaje del hombre.

Destinatarios de la Unción

Los sacerdotes u obispos son los ministros de este sacramento.

El sujeto de la Unción de los Enfermos es todo fiel que habiendo llegado al uso de razón, comienza a estar en peligro por enfermedad o vejez (cf. Catecismo de Juan Pablo II, número 1514). El sujeto –como en todos los sacramentos- debe de estar bautizado, tener uso de razón (aproximadamente más de 7 años…). Además, debe tener la intención de recibirlo y manifestarla. Cuando enfermo ya no posee la facultad para expresarlo, pero mientras estuvo en pleno uso de razón, lo manifestó aunque fuera de manera implícita, sí se puede administrar.
Para administrarlo no hace falta que el peligro de muerte sea grave y seguro, lo que sí es necesario es que se deba a una enfermedad o vejez. Es conveniente que se reciba antes de una operación que implique riesgo para la vida de una persona.


¿Para quiénes es el sacramento de la Unción?

- Para mayores de 65 años.
- Para quienes están esperando una intervención quirúrgica de envergadura.
- Para quienes pasan una mala racha en tu salud física, psíquica o espiritual...


ORACIÓN

Señor, Tú nos bendices con el don de la familia. Te damos gracias por el amor, la fuerza y el consuelo que nuestra familia y cada familia da a quienes estamos enfermos en alguna ocasión o de manera permanente. Señor, vuelve tu mirada hacia las familias y protégelas cada día. Haz que este momento doloroso sirva para unirnos más, para que todos los miembros nos preocupemos más unos de otros y seamos capaces de manifestarnos más abiertamente nuestro amor mutuo y  nuestra fe en Ti, Salvador. Señor, acompáñanos día a día en nuestros quehaceres. Bendícenos con tu gracia para que sintamos tu cercanía y tu ayuda mientras cuidamos unos de otros, y especialmente de los enfermos. Amén.